Para que una ciudad llegue a la categoría de metrópoli depende de su crónica de sucesos. Exhibicionistas en cementerios, mirones en parques, ladrones de bancos, conductores temerarios, violadores, asesinos, todo esto ya lo había en Belgrado, pero faltaba el rey de los criminales para que la ciudad se pudiese catalogar de metrópoli, el estrangulador. Así se narra la historia del primer estrangulador de Belgrado, Pera Mitic, un vendedor de claveles de 48 años, dominado y maltratado por su madre. Del inspector que quiere darle caza y de Spiridon, un joven cantante de rock, que siente una especial conexión con el estrangulador, al cual dedica una canción que se convierte en éxito.